jueves, 31 de marzo de 2011

Culmina el ciclo Lars Von Trier




"Alegorías políticas que muestran las enfermedades de la sociedad", así clasificó un espectador las películas del danés Lars Von Trier al término del ciclo dedicado a este director en el Cine Club de Casa de los Pérez Meza. El ciclo inició con Los Idiotas, en la que un grupo de personas encuentra en la idiotez la mejor manera de liberarse de una sociedad espiritualmente pobre. Siguió con Europa (Zentropa), que aborda dilemas ante los cuales un hombre debe asumir posturas y definir sus filiaciones con lo humano, pero que sobre todo retrata el cinismo de la sociedad surgida después de la Segunda Guerra Mundial.




Bailando en la oscuridad, con excelentes actuaciones, dirección y manejo de cámaras, fue considerada a la vez hermosa y deprimente. Su elemento crítico central, el amor de la protagonista por el optimismo de los musicales estadounidenses "donde nunca pasa nada malo", choca con la traición de sus vecinos, el monetarismo imperante y la parcialidad del sistema de justicia. Como escribió André Lacombe en el face del Museo: "se trata de un film muy duro y realista acerca de los valores de Estados Unidos: pena de muerte siempre presente, discriminación a los extranjeros, prioridad del dinero sobre la justicia... como en la fábula de La Fontaine, según seas poderoso o miserable, los jueces te verán blanco o negro".




La película Dogville, con un guión que recuerda a Los Olvidados de Buñuel y un escenario teatral minimalista, es un filme que empuja a reflexionar sobre las debilidades de la conducta humana. La integridad y bondad de la protagonista son sometidas a humillación y explotación por un pueblo de apariencia bondadosa pero cuyos habitantes actúan por instinto (Dogville alude tanto al nombre del pueblo como a la condición animal de esta conducta) y aprovechan la vulnerabilidad del otro hasta mostrar toda su miseria y capacidad corruptora.






En el caso de Manderlay, bajo un esquema similar a Dogville (escenografía prácticamente inexistente, un elemento externo que irrumpe dentro de una sociedad sustentada en sí misma), se sugiere que para los negros la esclavitud es mejor que la condición de trabajador libre, expuesto a la estafa, la segregación y el racismo. Aquí la protagonista es la misma Grace ingenua y optimista de Dogville, pero ahora es una mujer que interviene y trata de cambiar su entorno, lo que le permite entender a fin de cuentas que la democracia no puede implantarse por la fuerza pues termina legitimando el poder de unos sobre otros.






Pese a tratarse en todos los casos de dramas humanos individuales, la lectura política de las obras de Lars Von Trier quedó definida por los asistentes a este Cine Club como insoslayable y central.

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