Con el Jardín de la Trova lleno y el público de pie culminó
la Gala Norteña que Elisa Pérez Meza presentó este sábado en honor a su
padre Luis Pérez Meza. Desde el primer tema los asistentes
compartieron sus emociones y su voz con la cantante, y muchas veces a lo largo
del recital irrumpieron en aplausos al inicio de las canciones o en los
intermedios.
Fue una noche festiva y cálida como la música del acordeón
cuando embona con la redoba. En el
contexto de un espacio firmado como ‘de los Pérez Meza’ vibró el recuerdo de El
Trovador del Campo pero también la voz y la presencia de Elisa, capaz de dignificar
y llevar al cielo la canción más cantinera que usted se imagine.
El concierto dejó claro por qué el Luis Pérez
Meza que muchos consideran ‘un cantante regional’ tuvo sonoros éxitos en Madrid, Nueva York, Puerto Rico y Filipinas. Representar a los trovadores campesinos sin mediaciones mercadológicas es mostrar de forma única y auténtica las emociones que una cultura particular puede expresar y que otras culturas, desde su propia sensibilidad, pueden comprender.
Y fue la capacidad de Elisa de embonar con las emociones
colectivas, capacidad fría fría en muchos cantantes comerciales y en muchos de
formación académica, lo que hizo de la Gala Norteña un concierto al rojo vivo,
universal por su énfasis en un fragmento del México profundo. Los asistentes se olvidaron por un momento del
sentimiento telenovelero que multiplica machaconamente la radio. Y aplaudieron de pie a Elisa, pero también
aplaudieron a la vida, a las emociones y experiencias de una región con
identidad y raíces definidas que dice: “mi amor es como el conejo, sentido como el
venado, no come zacate seco ni tampoco mal trillado, come zacatito fresco de
las puntas serenado”.