Una rica conversación sobre Kieslowski fue el corolario del mes dedicado a este director en Casa de los Pérez Meza. El 30 de marzo, los asistentes recordaron escenas que al ser proyectadas de nuevo suscitaron otros significados y reflexiones. Indudablemente la película que dio más de que hablar fue La doble vida de Verónica pues las escenas del concierto y de la marioneta son de una belleza impresionante. Del concierto se destacó el complejo trabajo de cámara, una especie de vorágine centrada en la hermosa voz de Weronika (en realidad se trata de la soprano Elzbieta Towarnicka) al interpretar el canto II, Paradiso, de La Divina Comedia, creado especialmente para la película por Zbigniew Preisner.
Los asistentes hicieron hincapié en el complicado trabajo de iluminación y fotografía que divide espacios en tonos contrastantes, destaca las texturas y pronuncia claroscuros y colores. Incluso este trabajo tiene un significado porque la presencia constante de lupas, ventanas, esferas de cristal o espejos "indica que no hay una sola realidad". Y de hecho la película es una reflexión sobre la individualidad y "la posible presencia de identidades similares a la nuestra".
Carlos Ambriz calificó a La doble vida… como una película barroca, por sus múltiples elementos significativos, matices y metáforas. Y en este sentido se analizó la escena de la marioneta que representa la muerte de la bailarina, y su conversión en mariposa en manos de un marionetista, clara alusión a dios o al destino. Daniel Peña hizo notar cómo el vertiginoso traveling que enlaza la muerte de Weronika con la vida de Véronique es un recurso que emplea de nuevo el director para indicar la distancia interoceánica y a la vez anímica en la conversación telefónica con que inicia Rojo. Otros dos pares de escenas destacados fueron las del asesinato y la ejecución en No matarás y la escena de la desolación, del sufrimiento amoroso en No amarás.
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