viernes, 28 de octubre de 2011

Todo por la música


En las películas, la música suele ser un reforzador de la acción, pero durante el ciclo que realizó en octubre el cine club de Casa de los Pérez Meza, cumple una función más importante: mueve a los personajes, los afecta, los reúne, los expresa y los identifica.


El ciclo “Todo por la música” inició el martes 4 con Media Luna de Bahman Ghobadi, que suscitó reflexiones sobre la vida de los kurdos, la música como elemento de identidad y la opresión de la mujer islámica. La travesía de un anciano y famoso músico empeñado en integrar una voz femenina a su grupo dio lugar también a comentarios sobre la bella y enigmática mujer de las últimas escenas, cuyo carácter ambiguo la asimila a la muerte.



Posteriormente, en Paris 36 de Christophe Barratier, los espectadores disfrutaron la historia de un teatro de variedades y los esfuerzos de sus empleados por sacarlo a flote en la Francia de los años 30. Pese a lo predecible del guión, los asistentes destacaron la excelente fotografía, la belleza de la música, la solidaridad obrera y la clara nostalgia del director por un París ya inexistente.



Fados de Carlos Saura apasionó por la entrega de los intérpretes y por los recursos del director, capaz de narrar una historia enlazando canciones mediante danzas y escenarios de corte teatral. Fue inolvidable para los espectadores la última escena realizada en una Casa de Fados del Barrio de Alfama en Portugal.



El ciclo, que se prolongará a petición de los asistentes, culminó el martes 25 con un documental que permite conocer aspectos ignorados del cineasta Woody Allen. El hombre del blues explora los lazos del director con su madre, con su esposa, con sus admiradores y con el clarinete. Este último es el eje unificador sobre el que trabaja la documentalista Barbara Kopple, para retratar al Allen ejecutante en una gira que realiza por Europa con su jazz band.



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