domingo, 1 de abril de 2012

Ciclo de Cine Israelí


Los temas recientes del cine Israelí reflejan las transformaciones socio históricas del país, sus conflictos culturales y sus problemas de identidad. Se trata de un cine que no busca complacer al Estado, que se ha posicionado en festivales internacionales y que ha obtenido cada vez mayor presencia mundial.


Para obtener una visión de este floreciente avance, Casa de los Pérez Meza realizó durante los meses de febrero y marzo un ciclo con películas de varios directores representativos de Israel. Uno de ellos fue Amós Gitai y su film Kedma, que abrió el ciclo con la historia de un grupo de refugiados del Holocausto que son llevados a Palestina en mayo de 1948, cuando los británicos aún gobiernan, los árabes defienden su territorio y el Estado de Israel aún no existe. El tema, que ya había sido tratado por otros directores, es abordado por Gitai desde una postura crítica, en una película sin primeras figuras pero con reveladores soliloquios de personajes árabes y judíos.


El pequeño Tallarín de Ayelet Menahemi cautivó con su historia intimista y conmovedora, y despertó diversos comentarios sobre la vida de los migrantes y los problemas de la soledad y el aislamiento. Las actuaciones de Mili Avital y de Bao Qui Cheu dejaron un grato recuerdo en los asistentes.


Luego vino El primer baile, el primer amor, donde un niño de madre rusa y padre israelí enfrenta conflictos culturales cuando se enamora de una hermosa bailarina. La película aborda problemas complejos del alma humana y plantea al espectador la posibilidad de romper rutinas y ataduras.


Marzo inició con Imaginando Jerusalén de Ra’anam Alejandrowicz, una película mordaz y crítica que suscitó apasionados comentarios acerca de la religión, el poder corruptor del consumismo, la inmigración y la moral capitalista. A decir de uno de los asistentes Imaginando Jerusalén es “todo un estudio sociológico sobre la explotación del trabajo humano y el espíritu de Occidente, dentro de un guión disfrazado de comedia con su música pop y sus coloridas imágenes”.


Desde otra óptica, Uzhpizin (Los invitados) cuestiona también el flujo de lo religioso en la modernidad. La historia de una pareja pobre de judíos ortodoxos, genialmente interpretada por Shuli Rand y por su esposa en la vida real, Michar Bat-Sheva Rand, permite al espectador analizar el alcance de los milagros y de la fé, dentro de una trama que atrapa por igual a católicos y a ateos.



Dos películas de Eran Riklis dieron el toque final al Ciclo: la primera fue La Novia Siria, con algunos personajes-estereotipo y una sucesión de temas que desfilan conforme la protagonista, habitante de un pueblo islámico fronterizo, enfrenta a la burocracia israelí que la considera de “nacionalidad indefinida”. La otra fue El Limonero, donde Hyiam Abbass se lleva las palmas por su soberbia representación de una mujer palestina que es a la vez delicada y fuerte, hospitalaria y enérgica, cortés y digna. En esta película los asistentes encontraron diversas aristas del poder, presentes en la relación entre dos culturas que difieren en riqueza material y entre dos mujeres cuya relación con los hombres fluctúa entre la sumisión y la rebeldía.



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